sábado, 31 de enero de 2009

Aprendiz de los mayas

Has traído ciertas costumbres mayas de tu estrecho aposento crudo:
por ejemplo, blanquear mi espalda con ceniza amarga
—rozada la arboleda que fuera tu alegría—;
leer en el cielo los eclipses de amor en especial ese de incumbencia nuestra;
lavar en el cenote rojo el más duro y largo fruto
anunciado por mis besos a lo ancho del maizal;
al coincidir tu calendario arduo con mi imprevista agenda,
montamos un templo sobre otro y labramos con uñas los glifos:
el suspiro exacto en cada escalón... hasta henchir la pirámide
—rodadera de mi cuerpo sin el tuyo—.

Con el tiempo haremos
menos de lo que hacemos ahora
para hacer más de lo que falta:
extender en códices modernos el porqué me sacaste el corazón.

Venus de la mudanza

¿Mudaste ya tus ojos a otro cielo?,
piel artesanal de un taller canela.
¡Si fallara tu trivial experimento
sin trazar hipótesis de dulzura
vuelve al código de la experiencia
o al mapa de las ideas innatas!,
obra artística de un álter ego finito,
lo latente en tu sonrisa
se empareja con la nueva lucha
y bailas tango en el vasto lecho.

lunes, 12 de enero de 2009

Clío

¡No es lo mismo ser luz que portarla!

Fragmentos de distintos muertos danzan en unidad
carteros malditos reparten presurosos un collage de subtextos incinerados
por la ciencia oficial —a veces desacertada—
y la política de coyuntura —muchas veces descoyuntada—
mientras los graves gritos de la sangre aguda
se han evaporado del futuro engreído
a pesar suyo se condensaron
en el indeleble archivo del universo.

Separemos las partes del todo:
¡Vengan niños de épocas ebrias al decollage de los textos cuestionables!
—nos los han hecho tragar enteros—.

Heroínas y héroes, ¡sed luz,
místicos hijos de Clío!
Historiadores, ¡portadla!
Lo exige la madre-contexto:
la revolución
contra la ley inicua y la apática costumbre.

Ves, ¡no es lo mismo ser luz que portarla!

El patriota memorioso (A Diego Delgado Jara)

Sobre bolígrafos de arco iris uno de los últimos Quijotes
— seres peligrosos afines a la gloria —
cabalga ligero en la línea equinoccial
y subraya la memoria de quienes no la usan.
Su niebla de olvidos es tan diminuta
que de lejos se atisba
oro sin resquicios
y de cerca la verdad torrente
Prensa en ristre
libro diurno
la ley en sus anteojos
Diego ensarta en los segundos de un reloj de montaña
el qué amarillo de la patria inteligente
el porqué azul de las almas soñadoras
el rojo para qué de los amores irreductibles
el verde cómo de un país subultizado
el dónde anaranjado de los crepúsculos heroicos
el cuándo celeste de la nostálgica utopía
el quién violáceo de las mentes más altas
en negro los nombres de las lenguas mercenarias
en blanco
las antigénicas frases de los coherentes y honrados
y en color invisible
los versos de los poetas ausentes

Decía: Si tuviéramos dos vidas,
una la dedicaríamos a la poesía y otra a la lucha,
pero tenemos una sola vida y, sobre todo, una sola Patria
Dirían los virus de la historia nuestra:
“Matémoslos,
son jóvenes,
pueden reencarnar”

Sepan de una vez por todas,
epidemias extendidas por sustantivos propios,
que su inquina es la mejor manera
de reproducir en cautiverio
docenas de héroes-poetas
rebeldes de la Patria venidera
héroes para una vida de lucha
poetas para la eternidad

Diego:
no estás solo
seremos miles